Artículos de Débora Tajer, Clara Attardo, Elizabeth Ceneri, María Eugenia Cuadra, María Viviana Cunningham, Mariana Fontenla, Mariana Gaba, Vanesa Jeifetz, Alejandra Lo Russo, Graciela Reid, Marina Straschnoy y Adriana Zamar.
El equipo de investigación de la Cátedra “Introducción a los Estudios de Género” de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires realiza desde 1998 diversos proyectos de investigación relacionados con la interrelación entre los campos de la salud, la subjetividad y el género. Entre los años 2006 y 2009 se llevó a cabo el proyecto “Ruta crítica de la salud de las mujeres. Integralidad y equidad de género en las prácticas de salud de las mujeres en la Ciudad de Buenos Aires”, en el cual nos propusimos relevar los grados de integralidad y equidad de género, detectando necesidades y significaciones de la población atendida, de los/las profesionales y de los programas. En el transcurso del programa relevamos la invisibilidad de los modos de consulta de los varones, la casi inexistencia de programas que los tengan como destinatarios específicos, los estereotipos en las representaciones acerca de ellos como usuarios, y las dificultades para incluirlos desde una perspectiva intersubjetiva y vincular en las consultas destinadas a mujeres. Dicha constatación nos llevó a plantearnos la necesidad de relevar desde la perspectiva de género, las barreras simbólicas e institucionales en relación a la población femenina y masculina en los servicios de atención, promoción y rehabilitación de la salud en la Ciudad de Buenos Aires.
Los contenidos que se comparten en este libro forman parte de un proyecto de largo alcance que se propone generar información específica que contribuya a elaborar distintos modelos de atención en salud que incluyan la perspectiva de género. De este modo, se han escogido diversos problemas en salud (cardiológicos, salud mental, salud sexual y reproductiva, adicciones, violencia), especialidades (medicina general) y etapas en el ciclo de vida (infancia, tercera edad). Estas investigaciones han evidenciado que uno de los obstáculos más importantes en la actualidad, en cuanto al tema de la inequidad de género en nuestro sistema de salud, es la disociación entre teoría y práctica.
El libro se divide en tres partes. En la primera, Débora Tajer presenta un marco general de cómo introducir la perspectiva de género en las políticas públicas de salud. Este capítulo, denominado “Construyendo una agenda de género en las políticas públicas en Salud”, se propone, en primera instancia, identificar los modos en los cuales la diferencia entre los géneros se transforma en inequidad en salud; y, en segunda instancia, colaborar en la construcción del día a día de políticas públicas en salud orientadas hacia la equidad y la autonomía de los/las usuarios/as, con el objeto de generar mayores grados de equidad de género en las respuestas a las necesidades de salud. Allí se responde a preguntas centrales que se plantean en la actualidad: ¿Qué significa adoptar una mirada de género en salud? ¿A qué se debe su actual auge y visibilidad? ¿La perspectiva de género es solo aplicable a la salud de las mujeres? ¿Se puede utilizar esta perspectiva para los problemas de salud de los varones?
La segunda parte de la publicación presenta los resultados de la investigación “Ruta crítica de la salud de las mujeres: integralidad y equidad de género en las prácticas de salud de las mujeres en la Ciudad de Buenos Aires”. Una de las hipótesis de trabajo fue la existencia de dificultades en la implementación de prácticas de salud que incluyan una perspectiva de integralidad y equidad de género por grupo etario. Uno de estos obstáculos, en lo que refiere al logro de mayores grados de integralidad, es la brecha existente entre los objetivos de los programas que intentan promoverla y las prácticas concretas que llevan adelante.
Asimismo, se propuso evidenciar y visibilizar los “caminos espontáneos” que realizan las usuarias, que incluyen la construcción de redes sociales para satisfacer y encontrar respuesta a sus necesidades en salud, afrontando el vacío institucional. Se planteó que la institucionalización de los caminos espontáneos, pueden ser un sendero que conduzca hacia el aumento de mayores grados de integralidad y equidad de género por grupo etario en las prácticas de salud hacia las mujeres. El libro incluye una escala cualitativa que permite medir los grados de integralidad y equidad de género alcanzados en las prácticas concretas, con la convicción de que puede ser de utilidad para medir otros programas y problemas de salud.
La tercera parte de la publicación presenta los aportes de los proyectos personales de diversas investigadoras que participan en el equipo de investigación de la Cátedra. En el capítulo “Las organizaciones generizadas. La perspectiva de género en acción en el mundo de las organizaciones”, Mariana Gaba plantea la existencia de una ceguera de género que afecta en diferentes grados al campo de la formación en organizaciones. Para visibilizarla habrá que entender que hay aspectos específicos del mismo que están inherentemente generizados (estructura, cultura de las organizaciones, procedimiento y política). Dentro del paradigma moderno, es difícil plantear las relaciones de género como fenómeno relacional cuando solo lo masculino está presente. La hegemonía masculina dentro del campo organizacional queda de manifiesto en la reseña histórica que se resume en el capítulo; al mismo tiempo, se da cuenta de distintas formas de inclusión de la perspectiva de género.
En el capítulo, “Ninguna y todas quieren ser madres hoy. Nuevas prácticas, nuevas representaciones de la maternidad”, Graciela Reid da cuenta de los modos en los cuales las mujeres actuales realizan sus prácticas de maternidad. Trabaja sobre cómo los cambios sociales y culturales de la llamada posmodernidad atraviesan el deseo de un hijo y cómo éste entra en contradicción con otros anhelos. La autora hace especial hincapié en cómo arman sus deseos de maternidad las mujeres, en un momento en el cual el paradigma “mujer = madre” ha perdido su fuerza rectora como único modelo posible de femineidad “normal” en la adultez. Asimismo, desarrolla cómo las tecnologías reproductivas plantean nuevos desafíos, entre los cuales aparecen mayores grados de libertad con respecto a las tiranías del reloj biológico, pero a la vez, como todo cambio tecnológico, plantean a los sujetos novedosos desafíos y complejidades.
El capítulo elaborado por Clara Attardo, “Psicólogos/as por el cambio. ¿Por qué es pertinente incluir la perspectiva de género cuando trabajamos en promoción de la salud?”, hace foco en cómo los estudios de género pueden ser una herramienta teórico- práctica adecuada y eficaz para llevar adelante intervenciones de promoción de la salud en el campo de la salud comunitaria. El capítulo trata de delinear la especificidad del trabajo de los/las psicólogos/as en esa área, destacando su rol como reconocedores/as y “rescatistas” de aquellas creencias, mitos, imaginarios sociales, etc. que construyen las subjetividades, a fin de visibilizar y transformar los malestares y las formas opresivas de existencia que impactan en la salud de las personas.
Mariana Fontenla, trata la temática de “La salud de la mujer como un derecho humano. Su protección jurídica y sus sentidos colectivos”. Allí aborda la distancia que se establece entre las normas jurídicas que protegen el derecho a la salud de las mujeres y las representaciones que efectores/as y usuarias de servicios públicos de salud de la Ciudad de Buenos Aires producen sobre el derecho ciudadano.
En su artículo, Adriana Zamar trabaja el tema “Mujeres y participación comunitaria. Reflexiones en torno a experiencias en la Dirección General de la Mujer”, destacando cómo quienes participan en dispositivos clínicos y comunitarios, frecuentemente se encuentran pensando y actuando en forma contradictoria con respecto a las teorías a las cuales adhieren. Zamar plantea importantes preguntas: ¿Cuál es exactamente el lugar adjudicado a las mujeres en las políticas públicas? ¿Y en las políticas públicas con perspectiva de género? La autora llama a la reflexión acerca de la diferencia entre ver que las mujeres participan cotidianamente en temas ligados a la salud de su familia y la comunidad, e identificar desde qué lugar lo hacen, en qué condiciones y con qué margen de decisión, dado que incorporar la perspectiva de género en el campo de la participación implica necesariamente una nueva mirada acerca de las diferencias y especificidades en salud de mujeres y varones desde un paradigma de ciudadanía y de derechos humanos.
Por último, Alejandra Lo Russo, en su capítulo “Género en producción. Notas acerca del problema de la violencia y la subjetividad en la infancia”, se propone describir la magnitud y relevancia que posee la problemática de la violencia en la infancia, ejercida por los propios niños y niñas. Explora aspectos del proceso de subjetivación de género en niños y niñas y dimensiona las prácticas en términos cuantitativos y vectores subjetivos de las mismas, en tramos iniciales del género “en producción”. Evidencia cómo los problemas de violencia ejercida por niños, en su mayoría varones y con conflicto escolar, se constituyen en demanda frecuente de orientación y tratamiento. Lejos de la naturalización y el etiquetamiento, este artículo problematiza esta realidad desde múltiples aristas desde las cuales se puede intervenir y prevenir.
En conclusión, podemos señalar que este libro será de mucha utilidad para quienes, en los diversos niveles de la incorporación de la perspectiva de género en las políticas de salud, estén comprometidos/as en llevar las teorías a las prácticas. Para ellos y ellas, estádedicada esta “hoja de ruta”.

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