Cifra, letra y agujero en el autismo. Puntuaciones sobre Daniel Tammet

¿Qué decir de la relación del niño autista con las cifras, la letra y el agujero? El psicoanálisis permite examinar el funcionamiento singular del autista y cómo operan las invenciones de algunos niños con los números y la letra. El testimonio de Daniel Tammet permite aproximarse a esta cuestión.

1. El niño autista cuantificado o el autista y la cifra

Las estadísticas invaden el siglo XXI. Vivimos en la era del hombre de la cantidad, en contrapunto al título de la novela de Musil El hombre sin cualidades, es el hombre con cantidades. Predomina así el discurso de la cuantificación y el régimen de la homogeneidad. Somos todos iguales ya no ante Dios sino ante la cifra con la que se nos evalúa en todos los ámbitos.
El niño autista no es ajeno a esta evaluación generalizada y es más bien un objeto privilegiado de ella. Se dice entonces que un niño cada 100, cada 88, cada 56, es considerado y diagnosticado como autistas por el Centro para la prevención de las enfermedades en EE.UU. Uno cada cuatro es niña, por lo que hay más niños autistas.
El aumento creciente inquieta a la población y a las políticas sanitarias. Es más, empuja al crecimiento del diagnóstico y a la pregunta acerca si el propio hijo es autista. Pero nada dicen acerca del sujeto y de la invención particular que es llevado a hacer desde su posición singular.
Las evaluaciones son afines a los tratamientos estandarizados que se desentienden de las diferencias que se presentan en cada caso. La propuesta psicoanalítica se aloja en los intersticios en la medida en que se dirige a cada sujeto. La cuantificación enfatiza el dominio creciente del discurso de la ciencia que nace con las matemáticas, en particular a partir de la física matemática.
"No serás comparado", dice Jacques-Alain Miller en su curso "Todo el mundo es loco", puesto que el discurso analítico, a diferencia del de la ciencia, parte del diagnóstico como un preliminar a la concepción que plantea que más allá de la clase el sujeto siempre es incomparable.
La ambigüedad del término cifra remite al mensaje cifrado y también da el sentido del número. Esta es la posición que toma Lacan ante el debate filosófico acerca de si el número es innato o si viene de la experiencia. Señala que para Heidegger las matemáticas se pueden extraer del contacto con las cosas, pero sin que por ello se haya extraído ese saber de las cosas mismas.
El número, para Lacan, tiene la particularidad de ser una excepción en lo simbólico puesto que "los números son reales", es decir, no son ni imaginarios ni simbólicos. Esto permite explicar la particular relación del sujeto autista con el número.
Eric Laurent se refirió en distintas oportunidades a la relación del autista con la cifra. En su texto "La cifra del autismo" hace resonar la ambigüedad que comporta la cifra del lado de las estadísticas y de la relación del autista con los números. Evoca allí a Temple Grandin que dice que piensa como una computadora o también la relación de Daniel Tammet con los números. Ambos son los llamados "autistas de alto nivel" que han publicado el testimonio de su experiencia personal desde su infancia.
En el prólogo del libro de Eric Laurent El sentimiento delirante de la vida, indica que para el autista toda lengua es una lengua de cálculo. Hay una búsqueda en estos genios calculadores, llamados así por la aptitud que poseen algunos de ellos con el cálculo, de reducir la lengua a una cifra, a lo que hay de matemático en el significante. Dice entonces que se "cruzan así las tentativas de la civilización de obtener cifras del autismo con la tentativa autista propia de reducir la relación con el Otro del significante a una cifra".
Más recientemente aún, en la conferencia que Eric Laurent dictó en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires en el año 2013, retoma las características del pensamiento autista. Los niños autistas no pasan sólo por la lengua para dirigirse al Otro, algunos tienen "pensamientos en imágenes", como lo denomina Temple Grandin o pensamientos en secuencias, en patterns, diferentes a la repetición de las palabras. Opone así la instantaneidad del Blink, según el término popularizado por Malcolm Gradwell, a los procesos que suponen un trabajo de desciframiento. En otro texto, "Los autismos en la actualidad", Laurent vuelve a retomar los tres tipos de pensamientos formulados recientemente por Temple Grandin en su libro El cerebro del autista, entre pensamientos en imágenes, en secuencias y en palabras.
Por otra parte, existe también la vertiente de la relación del autista con el cálculo, con la iteración de la cifra o del número que se relaciona con el real particular del número. Los objetos de la realidad pueden remitir a algo que ocupa imaginariamente un lugar en el espacio; en cambio, la cifra, los números, como por ejemplo la raíz cuadrada del número 1, no remiten a nada en la realidad. La relación con el número alivia al sujeto autista de la realidad y de la imaginarización de esa realidad.
Esto lo conduce a plantear como tema de investigación la clínica del autismo en su articulación de los tres registros: simbólico (en su uso de las palabras y la relación con el lenguaje), imaginario (el pensamiento en imágenes) y lo real, que corresponde tanto a la relación con los números como a la presentación iterativa del Uno de goce.

2. El agujero y su borde: la forclusión del agujero

El trabajo actual de la comunidad analítica sobre el autismo parte de la afirmación de Lacan que el niño autista está inmerso en lo real. En su comentario del caso Robert, Jacques-Alain Miller indica que falta la falta. Por estar sumergidos en lo real, falta el agujero, es por ello que tratan de crearlo a través de una automutilación para dar salida al exceso de goce que invade a su cuerpo. En un mundo lleno el sujeto no puede dar un lugar simbólico a la falta por lo que es necesario producirlo.
Eric Laurent propuso entonces el término de "forclusión del agujero" para indicar que falta la delimitación de un borde simbólico. Distingue entonces el Otro real con el agujero, A tachado, de la falta en el Otro, S(A) tachado. Dice entonces: "Decir que no hay agujero es decir que no hay un borde que delimite dicho agujero". Esto produce tanto la creación de un "encapsulamiento " autista como neo-borde, por el retorno de goce sobre el borde, como fenómenos que expresan la intolerancia al agujero.
Por su parte, recientemente Maleval afirmó que "toda cesión de un objeto pulsional es experimentada como un castración real puesto que no está simbolizada". De allí surge la retención del autista de los objetos pulsionales y su rechazo a la cesión. Dado que los orificios están tapados, no hay constitución de un borde y este se va construyendo a partir del encapsulamiento, esto lleva a que el autista se sumerja en un goce autista por lo que dice que lleva el objeto no ya en el bolsillo como el psicótico sino en su mano.
Las mutaciones del borde dicen que van desde la apoyatura en la superficie corporal a través de las sensaciones autoestimuladas de las que habla Francis Tustin, la construcción de un objeto concreto pacificante que aloja y captura el goce pulsional, el borde dinámico, hasta el borramiento del borde. Tipología que apunta a examinar las distintas formas de presentación del espectro autista.
Laurent se pregunta cómo hacer para que aquellos sujetos que carecen de límites y de bordes logren construir un límite, no a partir del aprendizaje, sino a partir de objetos, acciones y formas de hacer que armen un circuito con función de borde y de circuito pulsión. Cuestión clínica fundamental que incide en la dirección de la cura. Se trata entonces de lograr desplazamientos en contigüidad que admitan nuevos objetos, a sabiendas que la inclusión de lo nuevo se acompaña de una extracción, de una cesión de goce que afecta al cuerpo.
Ahora bien, en el libro La batalla del autismo, subraya la aparente paradoja que puede resultar la afirmación de la "forclusión del agujero" como ausencia de agujero, en relación al testimonio de Donna Williams que en sus libros habla de su experiencia subjetiva de la "Gran Nada Negra", en el que las paredes y el espacio caían sobre ella, como así también ella podía caer en cualquier momento en el agujero que tenía a su lado, experiencia calificada por Francis Tustin como el "agujero negro" en el autismo. ¿Cómo conciliar ambas afirmaciones?
Lo explica por el agujero que supone la ausencia del borde que se cierra sobre lo vivo del cuerpo como una pura presencia de la muerte. La inexistencia del borde del agujero reduplica la inexistencia del cuerpo en el autismo, puesto que un cuerpo solo existe si un objeto puede separarse de él.
El doble, experiencia que ha dado cuenta en sus libros Donna Williams, funciona como una suplencia a la ausencia de borde que localiza al goce que se repite sin fin en el Uno de goce. Doble llamado real por los Lefort y por Maleval.
El Uno de goce no se borra para el sujeto autista, y esto produce la iteración, la imposibilidad de borrarlo marca el cuerpo como un cuerpo que goza de sí mismo, acontecimiento de cuerpo que Laurent denomina de "iteración sin cuerpo".
Durante la experiencia del laleo, del balbuceo, se produce una proliferación de los equívocos de la lengua, dado que se vuelven una experiencia alucinatoria, el sujeto autista intenta reducirlos a través del Uno de la letra que se repite, incluido o no en el lenguaje, vocalizado o en silencio.
En cuanto a la intolerancia del agujero, que no está inscripto como tal, se producen episodios de horror y el esfuerzo por obturarlos. Pero el goce en exceso retorna y se produce tanto la automutilación como los episodios de violencia. La automutilación apunta producir un lugar de pérdida en donde depositar el goce excesivo; la violencia no apunta al otro sino que busca desembarazarse del goce con la lógica del pasaje al acto.

3. La relación a la letra y al número en Daniel Tammet

Daniel Tammet es un joven autista británico diagnosticado a los 25 años como sindrome de Asperger por Baron-Cohen, que posee una capacidad especial con los cálculos complejos matemáticos y con el aprendizaje de distintas lenguas.
Cobró notoriedad cuando recitó 22.514 dígitos del número pi de memoria, durante cinco horas, para ayudar a la asociación nacional de epilepsia, enfermedad que padeció en su infancia. Habla 11 lenguas: inglés, francés, finlandés, alemán, español, lituano, rumano, estonio, islandés, galés y esperanto. Aprendió islandés en una semana para mostrar su capacidad de aprendizaje de idiomas durante una filmación que se hizo sobre él. Todo esto da cuenta de su memoria excepcional.
Es más, creó una lengua llamada Manti a partir de mezclar el finlandés y el estonio.
Su capacidad da cuenta de un orden intelectual que no pasa por la enunciación ni por el estorbo imaginario del sentido y de la relación con los otros.
"Mi cerebro descompone todo en elementos tangibles y concretos", dice Tammet en su libro Nacido en un día azul, pero posee una dificultad en la empatía, en la comunicación, o en una visión del conjunto sin perderse en los detalles.
Afirma que los números tienen una forma, un color, textura y emoción. De manera instantánea ve los resultados de complejas operaciones matemáticas. Es una experiencia visual de los números puesto que son imágenes y patrones coherentes que le brindan seguridad. Temple Grandin indica que Daniel Tammet tiene un pensamiento en secuencias por su particular memorización de la serie de los números. Sin duda los tipos de pensamientos que propone Grandin no son fijos y corresponden a un continuo.
Puede saber rápidamente si un número es primo o complejo. Esto resulta habitualmente extremadamente difícil de hacer puesto que no existe ninguna fórmula para conocer los números primos, y en la medida en que progresan los números se vuelven cada vez más raros. Jean-Claude Maleval afirma que es un número que se abre al vacío como los elementos en química que no pueden descomponerse. Es una "referencia fija", es decir, real.
De niño su presentación correspondía al autismo infantil de Kanner. A los 2 años se balanceaba y caminaba hasta la pared para golpearse la cabeza contra ella de manera repetida y rítmica. Llegaba a lastimarse. Tenía violentos berrinches y se pegaba en la cabeza. Era solitario, no jugaba, se aislaba. Necesitaba repetir los mismos recorridos en forma fija o gritaba. También, como Temple Grandin, se quedaba mirando una moneda que hacía girar repetidamente en el piso. Por momentos, se apretaba las orejas con los dedos para sumergirse en el silencio. Experiencia que Eric Laurent indica que da cuenta de la experiencia alucinatoria en el autismo.
En determinado momento, su gusto por el orden lo lleva a ordenar libros a su alrededor. Los páginas de los libros tenían números y se sentía feliz rodeado por ellos. Los números eran sus amigos. Comienza a leerlos antes de leer frases. Al contarlos los veía como movimientos o formas coloreadas en su mente.
También las palabras las visualizaba en su cabeza basándose en las formas de las letras.
Durante su adolescencia se pasaba horas haciendo sumas, multiplicando un número por sí mismo. "Para llenar el tiempo, dice Tammet, creé mis propios códigos sustituyendo letras por números, por ejemplo 21 1 79 5 3 62 cifraba la palabra Daniel". Vemos así la relación con la cifra en su dos sentidos: cifrar para obtener un código fijo y la relación con los números.
Por otra parte, cada frase la escucha en forma literal. Las abstracciones le resultaban menos fáciles de entender, por lo que guarda una imagen de cada una de ellas para que le ayude a deducir su significado. Este ejemplo da cuenta de cómo funciona en él el pensamiento en imágenes.
Aprende los idiomas, pero no llega a comprender totalmente el sentido por el efecto de literalidad que lo sustrae de los efectos metafóricos y los sentidos evocados.
Cuando lee o escucha que algo es complejo lo imagina en partes distintas que necesitan unirse para alcanzar una respuesta. "La imagen que veo me ayuda a comprender", afirma.
Durante el recitado del número pi tuvo una experiencia particular. Al llegar a los 16.000 primeros dígitos, durante unos escasos instantes su mente quedó en blanco: no había formas, ni colores, ni texturas. "Es como si estuviese mirando un agujero negro...", dice Tammet. Al salir de esa oscuridad volvió el fluido de colores y siguió recitando.
De esta manera, el contrapunto de la serie iterativa es el agujero negro que pone en evidencia la función de borde que ocupa la serie, la iteración de los cálculos, la secuencia de los números y de las letras.
Eric Laurent señala que "cuando la categoría de lo real se vuelve primaria, el trastorno autista manifiesta una juntura de lo real del cuerpo del viviente particularmente cautivante". Encontramos en Daniel Tammet un trabajo relativo a su funcionamiento autista: el doble como suplencia constituido a través de pareja gay, su don en el aprendizaje de las lenguas pero con una reducción del sentido a su literalidad, y, por último, la relación real que mantiene con los números y las cifras que funcionan como series iterativas en su isla de competencia que forman parte del trabajo sobre el borde como invención propia del sujeto.

Bibliografía

Grandin, T., El cerebro autista.
Laurent, E., "La cifra del autismo" (en internet); La batalla del autismo, Grama, Buenos Aires, 2013.
Miller, J.-A., "Todo el mundo es loco", inédito.
Miller, J.-A., Laurent, E., Maleval, J.-C., Schejtman, F. y Tendlarz, S., Estudios sobre el autismo, Colección Diva, Buenos Aires, 2014.
Tammet, D., Nacido en un día azul.
Tendlarz, S, "El tratamiento psicoanalítico con niños autistas", en Estudios sobre el autismo II, Colección Diva, Buenos Aires, 2015.

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