AUTOPERCEPCIÓN Y PERCEPCIÓN SOCIAL DE BENEFICIOS Y DIFICULTADES EN EL USO DE TIC EN ADULTOS MAYORES DE BUENOS AIRES

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Introducción

El envejecimiento es definido como un proceso evolutivo, universal (propio de todos los seres vivos), continuo, inexorable (no se puede evitar), irreversible (no se puede detener), dinámico (en constante cambio), progresivo (es acumulativo) y heterogéneo (cada individuo envejece de manera diferente), durante el cual ocurren cambios bio-psico-sociales resultantes de la interacción de factores genéticos, psicológicos, sociales, culturales, del estilo de vida. El envejecimiento es un proceso de toda la vida (Hitzig, s.f.).

Un concepto relevante para destacar en relación a las TIC es el de brecha digital generacional, entendida como la diferencia entre los mayores que poseen acceso a las TIC y los que no cuentan con esa posibilidad. Dicha diferencia puede crear una fractura social que aumenta la desigualdad y la exclusión (Riaño Barón, OISS, 2015).

Objetivos

El objetivo general es indagar sobre el manejo de algunos dispositivos tecnológicos en adultos mayores, mientras que los objetivos específicos son reflejar los beneficios y las dificultades percibidos en el uso de artefactos tecnológicos en los adultos mayores, analizar la percepción social y autopercepción del manejo de algunos dispositivos tecnológicos por parte de los adultos mayores, y visibilizar indicios de resistencia al cambio en el uso de TIC en adultos mayores.

Marco teórico

Se toman los aportes de Sluzki (1998) sobre red social, teniendo en cuenta que las TICS permiten una mejor comunicación entre los adultos mayores y sus redes. Además, se tiene en cuenta el concepto de estrategias de afrontamiento propuesto por Lazarus y Folkman (1986).

En cuanto a la percepción social del uso de artefactos tecnológicos por parte de los adultos mayores, se aborda el concepto de Viejismo propuesto por Butler (1968) y retomado por Salvarezza (2002). Según este autor, la mayoría de las culturas presentan conductas negativas hacia las personas viejas.

El Viejismo define el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a los viejos en función de su edad (Salvarezza, 2002). Los prejuicios son adquiridos durante la infancia y se van asentando durante el resto de la vida. El resultado de estos es un efecto de profecía autopredictiva en los viejos, es decir, los adultos mayores terminan creyendo que esos prejuicios son verdades y actúan como tales. Por lo tanto, constituyen creencias subjetivas que no forman parte de un pensamiento racional adecuado, una evaluación objetiva, sino que se limitan a una respuesta emocional directa ante un estímulo determinado (Salvarezza, 2002).

En lo que respecta a motivaciones, se sigue a Bandura (1977) en su teoría de la Autoeficacia, entendida como la eficacia personal percibida (Iacub, 2011). Dicho concepto alude a la creencia que tiene una persona de poseer las capacidades necesarias para llevar a cabo o afrontar con éxito una tarea específica. La confianza y las evaluaciones positivas dependen del éxito repetido en la tarea. Por el contrario, los fracasos disminuyen dicha confianza (Iacub, 2011). La autoeficacia influye en cómo los individuos sienten, piensan y actúan. Un alto sentido de eficacia facilita el procesamiento de información y el desempeño cognitivo en distintos contextos, incluyendo la toma de decisiones y el logro académico (Bandura, 1997).

Tipo de estudio y metodología

Se realizó un estudio exploratorio de tipo cualitativo que incluye 12 entrevistas semi-dirigidas a adultos mayores residentes en la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, de clase media, de diferentes edades entre 63 y 88 años para analizar su relación con la tecnología.

Resultados

Manejo de dispositivos tecnológicos y posibles dificultades percibidas

Ante la pregunta “¿Cómo se lleva con el manejo de aparatos tecnológicos?” la mayoría responde “Mal”. Por lo tanto, la adaptación a la tecnología moderna sí parece conllevar ciertos inconvenientes, lo que se puede ver reflejado en los dichos de una participante: “Me cuesta aprenderlos, pero si no me quedo afuera. Me cuesta adaptarme”  (Catalina, 63 años).

Entonces surge la pregunta ¿existe una resistencia específica por parte de los adultos mayores a utilizar dichos dispositivos? Según la información recolectada en las entrevistas, los posibles indicios de resistencia al cambio no aparecen meramente por un rechazo infundado dirigido a los dispositivos, sino que se deben a un miedo puntual que se presenta: el temor a romperlos o a “hacer lío”. En palabras de Horacio (68 años): “Uno siempre tiene miedo de hacer algún desastre, cierto temor a enfrentarse. No me animo por si hago algún desastre”. Se manifiesta un sentimiento de indefensión y vulnerabilidad ante un artefacto nuevo por el hecho de no contar con los instrumentos operativos necesarios para utilizarlo.

A partir de esta situación se desprende una nueva pregunta ¿por qué los jóvenes no se encuentran con estos miedos y los adultos mayores sí? Por un lado, es probable que se trate de una cuestión generacional. Varios entrevistados comentan que su dificultad es la falta de conocimiento y práctica. Por ejemplo se refleja en algunos comentarios: “Con los modernos me cuesta incorporarme por falta de práctica” (Nélida, 79 años). “La dificultad la atribuyo a no haberlo estudiado” (Hilda, 77 años). Los jóvenes de hoy en día son “nativos digitales”, es decir, cuando nacieron ya existían estas tecnologías y las fueron incorporando espontáneamente desde su infancia, como el idioma. En cambio, para los mayores conlleva todo un desafío enfrentarse a los dispositivos modernos, por el esfuerzo  de aprendizaje requerido  y las consecuentes vivencias frecuentes de temores diversos, frustración e impotencia. Norberto, de 86 años sostiene: “Me quedé atrasado”. Por otro lado, se trata de un tema de marketing, ya que estos productos no están destinados al público de mayores, y aparecen prejuicios culturales y sociales contra ellos que serán desarrollados más adelante.

Algunos entrevistados plantean que el manejo no lo encuentran como una dificultad en el aprendizaje, sino que no los utilizan porque no los necesitan para la vida cotidiana. Por ejemplo Alegre (88 años) plantea: “No tengo miedo a ninguna cosa. No lo necesito, porque con el teléfono de línea me arreglo”. Se debe tener en cuenta que los mayores no son un grupo homogéneo, existen diferencias desde el punto de vista social, cultural, profesional: las diversas edades, los distintos grados de educación formal alcanzada, los ámbitos laborales de cada uno. En esta muestra (y se aplica a la sociedad argentina en general) se encontró que los adultos mayores de entre 60 y 75 años, los llamados “viejos-jóvenes” por Neugarten (1999), pertenecen a una generación que aprendió a usar los aparatos y actualmente no presentan tanta dificultad, ya que es una necesidad utilizarlos a diario en su trabajo, por ejemplo. En cambio, entre los 75 y 90 años, los “viejos-viejos” (Neugarten, 1999), hay una evidente falta de práctica y también pérdida de interés, en términos generales. No tuvieron la necesidad de aprender y tampoco encuentran el gusto por hacerlo.

Percepción social del uso de tecnología en adultos mayores

De acuerdo con lo señalado por los entrevistados, existe una visión negativa por parte de la sociedad en relación al uso de tecnología en adultos mayores. Por una parte, la creencia de que ya no son aptos para manejar los dispositivos aparece frecuentemente en los dichos de los participantes. Por ejemplo, Hilda (77 años) plantea: “Nos consideran un estorbo, que no estamos aptos para manejarlos y que interferimos en cosas que no nos corresponden. Consideran que nosotros no podemos llegar y eso es un prejuicio”. Como bien destaca la entrevistada, dichos pensamientos y creencias negativas constituyen un prejuicio, siendo los mayores estereotipados como inferiores en función de su edad y del manejo de tecnología. Norberto, de 86 años afirma: “Creo que nos basurean, nos tratan como si fuéramos inferiores”. Los prejuicios que las personas tienen sobre los adultos mayores repercuten directamente en ellos, en sus pensamientos, emociones y conductas. Yvonne, de 76 años dice: “Los jóvenes son impacientes y desprecian a los adultos mayores”. El tema de la impaciencia y desprecio de los jóvenes aparece repetidamente en las respuestas de los entrevistados. A través del Viejismo, es decir, de los mencionados prejuicios y estereotipos sociales se crea una identificación sesgada que no es evaluada objetivamente, sino que conforma creencias subjetivas sin evidencia empírica.

Se encontraron también respuestas del tipo: “Veo que piensan que la tecnología no está dirigida a los adultos mayores…” (Alegre, 88 años). Rosa, de 87 años dice: “Creo que hay muchos prejuicios. En las publicidades por ejemplo se muestra al adulto mayor como un inútil con la tecnología”. Es decir, desde los medios de comunicación también se reproduce una imagen negativa, discriminatoria, que es necesario revertir, ya que impacta en las propias creencias de los mayores, haciéndoles creer que es verdad (a modo de profecía autocumplida), y que en consecuencia baja el sentimiento de autoeficacia. Los modelos propuestos por los medios de comunicación suelen ser jóvenes. Los viejos no podrán identificarse con -ellos (Salvarezza, 1997). El rechazo social desvía la atención de los mayores e impide el desempeño adecuado en el uso de artefactos tecnológicos. Dichas ideas y prejuicios son producto de un tipo de sociedad asentada sobre la productividad y el consumo con enormes adelantos tecnológicos, donde la importancia de los recursos recae en los jóvenes y en los adultos que pertenecen a la rueda productiva (Viguera, 1997).

Autopercepción del uso de TIC en adultos mayores

Por un lado, hay un grupo dentro de la muestra que se autopercibe con dificultades. Catalina, de 63 años, por ejemplo, manifestó preocupación por el futuro: “Estoy preocupada por el futuro, que haya cosas que me sean muy necesarias y no poder manejarlas, me preocupa no poder aprenderlo” Nélida (79 años), también expresa que se ve con dificultades: “Bloqueada, hasta acá llegué”. De la misma manera, Yvonne, de 76 años se autopercibe con inconvenientes: “Quiero aprender, pero la tecnología cambia tan rápido que es difícil de mantener. Necesito más repeticiones, mi memoria ya no es lo que era antes”. Por su parte, Rosa, de 87 años dice: “Veo que me resulta difícil y que a veces pienso que puedo prescindir de los avances tecnológicos”. La percepción de una autoeficacia baja, creer que no pueden o no van a poder manejar los dispositivos, conduce a un estado de indefensión y ansiedad intensa que no permite el desarrollo exitoso de la tarea.

Por otro lado, otros entrevistados comentan que no les interesa el manejo de tecnología por diversas razones: no lo necesitan, se comunican con el teléfono clásico y eso les alcanza, o no le tomaron el gusto de aprender. Carlota, de 75 años: “Me considero una persona práctica, yo tengo una inteligencia práctica, pero no me sirven los aparatos”. Autopercibirse como una persona con inteligencia práctica es un indicio de una autoeficacia elevada, y reconocer que no le sirven los dispositivos también. Alegre, de 88 años afirma: “No me interesa, no lo necesito, sólo uso el teléfono de línea”. Se podría indagar más en estos casos para ver si realmente consideran que no les sirven, no los necesitan, o es una cuestión de resistencia por alguna dificultad. Particularmente dos participantes perciben su falta de aprendizaje y práctica. Matilde, de 71 años dice: “Me falta aprender algunas cosas”. Norberto, de 86 años menciona: “Que tendría que haber aprendido”. Su preocupación y/o posible arrepentimiento pueden ser motivadores que los lleven a lograr ese aprendizaje. Otras respuestas indican la posible presencia de una autopercepción “positiva”. Beatriz (88 años) también nombra al futuro, pero no desde la preocupación, sino desde una mirada alentadora: “Tengo ganas de aprender, me parece un tema interesante. Los avances de la tecnología son una cosa maravillosa, especialmente para el futuro, me gustaría estar en el futuro para ver cómo están estas cosas, cómo serán…”. Su autopercepción sobre el manejo de las TIC incluye el interés y la motivación a aprender para el futuro. Horacio, de 68 años plantea: “Tratándolo con respeto. Lo que sé hacer, lo hago con seguridad, pero con cuidado. Si aparece algo nuevo pido ayuda”. La autoeficacia percibida alta lleva al éxito de resultados, y si se encuentra con una dificultad, lo afronta buscando ayuda en su entorno, lo cual puede reducir posibles sentimientos de ansiedad ante los inconvenientes. Ricardo, de 78 años se muestra: “Confiado, seguro”. Hilda, de 77 años también indica una mirada positiva diciendo: “Intentando llevarlo lo mejor posible”. La autoconfianza se asociará con una autoeficacia alta y con una expectativa de éxito (Bandura, 1977).

Conclusiones

En concordancia con lo que destaca Riaño Barón (OISS, 2015), se concluye que las nuevas tecnologías se han convertido en una herramienta de gran importancia para el desarrollo de la población adulta mayor, ya que otorgan facilidades sociales, educativas, laborales, culturales, económicas y funcionales en algunos casos donde se presenta dependencia.

Los adultos mayores deben formar parte del presente de una manera activa, ya que son varios los beneficios que obtienen de las tecnologías: se comunican con su familia y amigos, mantienen y amplían su red de relaciones, fortalecen su independencia, superan los prejuicios de ser inútiles, se mantienen activos y saludables psíquicamente, facilitan herramientas a través de las cuales pueden asumir nuevos roles y actitudes que permiten un envejecimiento activo.

De la misma manera que señala la OISS (2015), se encontró que parte del rechazo de los adultos mayores a la nueva tecnología se debe al miedo de adentrarse en un mundo demasiado complejo para ellos, a su sentimiento de desfase, a los altos costos que conlleva, a que la publicidad no va dirigida a ellos. Supone un esfuerzo mucho mayor que los demás para adaptarse y evolucionar al mismo tiempo que el resto de la sociedad. Anteriormente regía una lógica diferente a la actual en lo referido a dispositivos tecnológicos: existían menos variables a tener en cuenta.

Se podría concluir, además, que se derriba el mito y prejuicio de que los mayores no pueden aprender a usar las TIC, ya que se pudo probar que una gran cantidad sabe manejarlas o quiere aprender, para sentirse incluidos socialmente, a pesar de las discriminaciones que reciben de parte de la sociedad. Si bien existen temores frente a algo nuevo, la posible resistencia no es sin fundamento, sino que tiene que ver directamente con las etiquetas sociales sesgadas.

Como dato novedoso, se encontró que hay dos franjas etarias de adultos mayores: una entre los 60 y 75 años aproximadamente, en la cual predomina el manejo más fluido de TIC y el interés por el aprendizaje, y otra de 75 a 90 años aproximadamente, que no necesita utilizarlas por cuestiones laborales ni tampoco encuentra interés en las mismas. Se produce entonces una nueva brecha digital generacional dentro de la propia tercera edad, en la cual los “viejos-jóvenes” poseen un mayor acceso a los dispositivos y los “viejos-viejos” quedan por fuera de la utilización de los mismos. Por esta razón es necesario facilitar el acercamiento de los artefactos tecnológicos a los mayores de todas las edades. Futuras investigaciones pueden profundizar las razones por las cuales se produce dicha brecha digital generacional paralela.

En función de lo expuesto anteriormente, se concluye que el Estado debe proveer talleres y cursos gratuitos al alcance de los adultos mayores de todo el país, para disminuir la brecha digital generacional y así derribar los prejuicios y estereotipos.

Bibliografía

  • Arias, C. (2008). El modelo de apoyo social en la vejez. Artículo Inédito.
  • Bandura, A. (1977). Self-efficacy: Toward a Unifying Theory of Behavioral Change. Psychological Review, 84(2): 191–215.
  • Bandura, A. (1997). Self-efficacy: The exercise of control. New York, USA: Freeman.
  • Hitzig, J. (s.f.). Recuperado de  http://www.longevus.com.ar/comienzo.html
  • Iacub, R. (2011). Identidad y envejecimiento. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
  • Lazarus, R. y Folkman, S. (1986). Estrés y procesos cognitivos. Barcelona, España: Ediciones Martínez Roca.
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