BIG DATA Y BURBUJAS DE FILTRO: LA INFORMACIÓN EN JUEGO

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Casi 35 millones de argentinos son hoy en día usuarios de Internet, lo que representa aproximadamente el 80% de la población del país[1]. Internet cada vez influye más en nuestra vida diaria y “el círculo de retroalimentación entre la introducción de nueva tecnología, su utilización y su desarrollo en nuevos campos” es cada vez más rápido (Castell, 1999, p.4).

La democratización de Internet, el uso expandido mundialmente de las redes sociales, la digitalización masiva de la información y la facilidad de acceso a la misma mediante los buscadores hizo que se denomine a la era actual como la era de la información. Los big data y las burbujas de filtro son representantes del estado actual de Internet y, a su vez, generan cuestionamientos sobre cómo se produce realmente este acceso a la información y cuáles son sus efectos.

Empresas, organismos e instituciones de todas las áreas se han volcado sobre las plataformas digitales, entendiendo que si un argentino pasa 3,25 horas diarias en promedio conectado a Internet a través de su smartphone (El Cronista, 2015), esa es una vía privilegiada para comunicarse con él.

Tomando los desarrollos de Vigotsky, nuestra hipótesis es que las TICs funcionan como un “sistema gigantesco de estímulos artificiales y exteriores mediante los cuales el hombre domina sus propios estados interiores” (Ilvic, 1999, p.6). Las entendemos como extensiones del ser humano que inevitablemente producen cambios en nuestra forma de ser y actuar. En base a esta propuesta, intentaremos entender cómo afectan los big data y las burbujas de filtro a nuestra cognición y a nuestra visión de la realidad.

A partir de las teorías de Bauman y Vigotsky buscaremos responder estas preguntas, complementando con estudios actuales sobre las TICs, con el objetivo de debatir sobre la necesidad de generar una relación entre Psicología y TICs.

1. La era de la información: exceso y control  

El término big data refiere, según Dans (2011), al tratamiento y análisis de enormes repositorios de datos, desproporcionadamente grandes, que no pueden tratarse de la forma convencional. Estos surgen de la proliferación de páginas web, redes sociales, dispositivos móviles, apps, sensores, internet de las cosas, etc.

Lipovetsky (2006) bautizó el contexto histórico actual como la “hipermodernidad”, en donde la sociedad se caracteriza por la flexibilidad y la fluidez, contrario a los grandes principios estructuradores de la modernidad, que se están adaptando para no extinguirse. Esta definición está en linea con el concepto de liquidez planteado por Bauman y nos permite pensar a los big data como una masa liquida y adaptable pero difícil de dominar, con un poder y un valor enorme, muchas veces ignorado.

Sin embargo, frente a esta catarata de datos que Internet permite recolectar, surge lo que Eli Pariser (2011) llamó la “burbuja de filtro”. Una burbuja sigue siendo líquido, pero toma una forma que aunque no es sólida, tiene una estructura. Esta se formaría por los algoritmos de los buscadores y las redes sociales que moldean la data suponiendo lo que a uno le interesa, basándose en la geolocalización y rastreando nuestros comportamientos en la web.

Por otra parte, sólo accedemos a un 4% de Internet, por lo que aunque aparente ser un espacio con libre acceso a la información, el otro 96%, la Deep Web, es inaccesible para la mayoría de los individuos. Existe así en el océano de Internet infinita data, en su mayoría inaccesible, entre las que se encuentran documentos secretos de Estados y organizaciones así como un mercado negro de drogas, armas, trata de personas y otros, del cual casi la totalidad de los navegantes de la web ignora la existencia (Barrica Cano, 2014, p.14).

El hecho de que haya una cantidad inabarcable y excesiva de información, en linea con el concepto de “hiper”, pero que sólo accedamos a una porción ínfima de la web, creyéndonos igualmente libres, autónomos y empoderados, ignorando que se selecciona lo que vemos, refleja esta lucha que se da entre lo líquido y lo sólido. Frente al exceso, a los fluídos, se busca el control, evitar el desborde.

Lo que Internet no nos muestra es lo que cree que no queremos ver, filtrando la información, sin darnos posibilidad de elegir. Así, crea un “universo personal de información en la red” (Barrica Cano, 2014, p.16). Pariser (2011) muestra en TED lo que ven dos sujetos de la misma ciudad al buscar “Egipto” en Google, para que observemos la personalización total de los resultados (uno ve información de viajes y turismo y el otro de política), demostrando el filtro y la selección de la información.

Las grandes compañías como Facebook y Google, cada una controlando aproximadamente el 80% de los mercados de redes sociales y buscadores respectivamente, también son propietarias del 80% de las diez aplicaciones para smartphones más usadas, en las cuales pasamos 3 de cada 4 minutos que estamos en el celular[2]. Pero detrás de esas grandes compañías hay grandes inversores. En el sitio web de NASDAQ, la segunda bolsa de valores de los Estados Unidos, se observa que los dos primeros accionistas institucionales de Facebook y de Google coinciden: ambos son Vanguard Group Inc y Fidelity Investments (FMR LLC). Es decir que no sólo vemos una porción reducida de la web que además está predeterminada algorítimicamente, sino que a su vez por detrás están los mismos grupos inversores, lo que lleva a pensar que encontraremos en ambos un contenido similar en relación a la información que se quiere mostrar y la que no.

Por otro lado, es creciente el uso que las empresas, organizaciones y grupos de poder están haciendo de las TICs. El marketing online es hoy el nuevo paradigma empresarial: las empresas tienen página web, apps, páginas en las redes sociales, utilizan la publicidad online y el marketing viral para formar grandes bases de datos a las cuales después contactan con newsletter, llamadas, invitaciones, sorteos.

Una de las herramientas más usadas es el retargeting, que es una forma de publicidad que segmenta comportamientos para luego apuntar la publicidad online al consumidor en base a sus acciones previas con las publicaciones. Esto funciona porque se incluye en ellas un pixel o web bug, una imagen tan diminuta que no puede verse, que controla quién hace la acción para luego analizar al usuario a través de cookies que pone en su navegador. Las cookies son herramientas de control y permiten conocer los hábitos de navegación del usuario.

Así, todas las actividades que realizamos en la web dejan un rastro que permite luego que se creen audiencias personalizadas para difundir eventos, hacer publicidad, compartir información, realizar rastreos o mediciones. Se puede elegir el género, la edad, la ciudad y los intereses que deben tener aquellos a los que se debe mostrar la información, controlando el alcance que tendrá la publicación. La inversión para las empresas es más segura debido a que tienen un control absoluto de cuánto invierten, cómo lo invierten y cuáles serán los resultados.

Esto profundiza el uso de los big data y las burbujas de filtro, ya que no sólo vemos lo que algorítmicamente se cree que nos interesa si no lo que alguien (individuo u organización) paga a redes sociales y buscadores por mostrarnos. Por ejemplo, una persona que sigue en las redes a distintos fotógrafos y revistas fotográficas, verá más publicidades de cámaras de fotos, cursos de fotografía, etc. Esto supuestamente es su ámbito de interés, pero también hace que el mismo prevalezca por sobre otros posibles intereses o asuntos sobre los que no se expresó en las redes pero sobre los cuales podría gustarle estar informado. Además, puede gustarle ver fotografías pero puede no interesarle aprender a sacar fotos ni tener una cámara. Del mism modo, si alguien quiere comprar una cámara de fotos, por varios días verá promociones relacionadas a la fotografía, mismo si ya realizó la compra.

Otros fenómenos de uso persuasivo e invasivo de la información son los clickbait, contenidos web cuyo objetivo es conseguir clicks para generar ingresos publicitarios, para lo cual usan titulares sensacionalistas que la mayoría de las veces no concuerdan con la información que contienen, siendo una técnica engañosa que sirve para inflar las métricas de las páginas que los utilizan, para luego justificar inversiones publicitarias en sus sitios web, por ser páginas muy visitadas.

Como vemos aquí, la información está en juego. Todas las herramientas disponibles para manejar la información la tienen las redes sociales, los buscadores, las empresas y quien tiene el dinero. Quien no tiene el control es el usuario. No tiene poder de decisión, no controla los algoritmos ni está informado sobre la medición y control permanente a la cual es sometido en la web.

2.Hiper(des)informados: efectos en la mente y la conducta.

Para Vygotsky, la cultura desempeña un papel central en el desarrollo individual, ya que entre las adquisiciones de la cultura hay instrumentos y técnicas, entre los que se encuentran las tecnologías, que el hombre asimila e influyen en sus propias funciones mentales. A pesar de ser algo exterior a él, forman parte del individuo y pueden modificarlo.

Ilvic (1999) plantea que para Vygotsky el desarrollo del hombre no se reduce sólo a los cambios interiores, sino que se manifiesta como un “desarrollo alomorfo que podría adoptar dos formas distintas: producción de auxiliares exteriores en cuanto tales y creación de instrumentos exteriores que pueden utilizarse para producir cambios interiores (psicológicos)”. Podemos plantearnos entonces que la tecnología prolonga y amplifica las capacidad humanas, reestructurando procesos interiores en función de estos auxiliares externos.

Según Schmidt (2010), presidente ejecutivo de Google, “había 5 exabytes de información creada entre el inicio de la civilización hasta 2003. Hoy esa cantidad de información es creada cada dos días, y el ritmo está aumentando”. En menos de 100 años hemos ido de un puñado de gente con acceso a la información, a 5 billones de personas teniendo disponible todo el conocimiento del mundo en su lenguaje nativo, además de tener todos la posibilidad de producir contenido. El estar hiperinformados tiene un efecto en nuestra cognición, según plantea Barrica Cano (2014):

La información en exceso pierde calidad y genera angustia al individuo al haber más información de la que es capaz de asimilar. De esta manera, el exceso de información provoca un aumento del estrés y crea la situación denominada sobrecarga informativa (p.19).

La intoxicación es una reacción fisiológica que se produce como reacción ante una sustancia tóxica o en mal estado. Barrica Cano, al utilizar el término “infoxicación”, nos lleva a pensar que la información, cuando no es de calidad, no está chequeada o es demasiada, puede causar una reacción fisiológica en el organismo. Esto se relaciona con los conceptos de fatiga y obesidad informativa: ante la sobrecarga informativa se generan síntomas como angustia, pérdida de memoria, trastornos de atención y ansiedad, perjudicando la atención, la toma de decisiones, la resolución de problemas y el aprendizaje.

En relación a las burbujas de filtro, Pariser (2011) plantea que “un mundo construido desde lo familiar es un mundo en donde no hay nada para aprender”. El moldear lo que vemos en Internet altera nuestra percepción, con filtros de personalización que actúan como “autopropaganda invisible”, adoctrinándonos con nuestras propias ideas, sin dejarnos enfrentarnos a lo desconocido, lo alternativo.

En base a la teoría de los sesgos psicológicos de Kahneman (2012), podemos pensar que la burbuja de filtros amplifica sesgos como el “efecto del falso consenso”, que lleva a que las personas exageren la confianza en sus propias creencias, sean erróneas o minoritarias, o el sesgo confirmatorio, por el cual se tiende a favorecer la información que confirma las creencias propias, ignorando las alternativas.

Beck (1995) plantea justamente la importancia de la generación de pensamientos alternativos ante trastornos como la depresión, la ansiedad y la fobia, y considera la disonancia y la flexibilidad cognitiva como dos aspectos trascendentales para la salud mental. El hecho de que en la web se muestre una información personalizada refuerza los sesgos y la rigidez de los pensamientos ya que mientras más similar sea la información que vemos con nuestras creencias, más exageraremos la confianza en ellas, creyendo que son las únicas correctas, sin tener acceso a otras distintas, y más ignoraremos las informaciones alternativas a las cuales accedamos. Esto perjudica nuestra percepción del mundo que nos rodea así como el pensamiento crítico, manteniéndonos en una mirada fija, sin permitir la disonancia.

Por otro lado, uno de los efectos cognitivos de la facilidad de acceso a la información se da sobre la memoria, según un estudio publicado en Science Magazine en el 2011. Esta investigación estableció que Google, como maquinaria de búsqueda online, funciona como “un sistema de memoria externa” a la que uno puede acceder a su voluntad. La investigación demostró que las personas se olvidan más la información que suponen que estará disponible online y recuerdan lo que piensan que no estará disponible externamente. Además, recuerdan mejor dónde se ha almacenado un ítem por sobre la posibilidad de identificar el ítem en sí mismo. Así, este estudio demostraría que nuestra memoria es adaptativa y que el proceso de adaptación ante las TICs ya está en marcha. De esta forma, concluyen que:

Nos hemos vuelto dependientes a [los aparatos] en el mismo grado en que somos dependientes del conocimiento de un amigo o compañero de trabajo, y perdidos si éstos están fuera del alcance. La experiencia de pérdida de nuestra conexión a Internet se vuelve cada vez más como la de pérdida de una amistad. Debemos permanecer conectados para saber lo que Google sabe.

3. Psicología y TICs: entrar en el juego.

 Para Turkle (2012), la fantasía creada por las TICs de que nunca estaremos solos puede cambiar nuestra psique ya que la soledad, mismo si es por unos segundos, produce ansiedad, miedo, inquietud, y lleva a que uno busque un dispositivo. Tenemos que repensar cómo nos relacionamos con la tecnología, porque está afectando nuestra forma de ser. Estamos sacrificando la conversación por la simple conexión, poniendo en riesgo nuestra capacidad de autoreflexión.

Conectarse sería como un síntoma ya que expresa un problema subyacente sin resolverlo realmente, pero también está conformando un nuevo modo de ser: “comparto luego existo”. La tecnología se utiliza como forma de definirse a uno mismo, pero el problema es que si no la tenemos, no nos hallamos con nosotros mismos, por lo que buscamos estar siempre conectados, llevándonos al aislamiento. Para ella, es en la soledad donde nos encontramos a nosotros mismos, lo que nos permite llegar a los otros y formar afectos reales. Por lo tanto, si no podemos estar solos, estaremos más solos todavía. Turkle, que ha investigado durante años sobre las tecnologías y su relación con los individuos, hace un llamado a la acción:

Es el momento de hablar. Crecimos con la tecnología digital y la vemos como madura. Pero no es así, está en sus comienzos. Tenemos tiempo suficiente para que reconsideremos cómo usarla, cómo construirla. No estoy proponiendo que nos alejemos de nuestros dispositivos, sino que desarrollemos una relación más consciente con ellos, con los otros, con nosotros mismos.

La Psicología no fue tenida en cuenta como ciencia en el desarrollo de las TICs. Según Castell (1999) “la creación y el desarrollo de Internet en las tres últimas décadas del siglo XX se derivó de una combinación única de estrategia militar, cooperación de grandes proyectos científicos, espíritu empresarial tecnológico e innovación contracultural.” Las palabras de Turkle, como psicólogos, deberían interpelarnos: debemos tener un rol más activo en el desarrollo de las nuevas tecnologías, que indefectiblemente afectan nuestras forma de ser y de relacionarnos.

Amichai-Hamburger (2007) ha estudiado la relación entre tecnología y personalidad, centrándose en los beneficios que la inclusión del psicólogo en el desarrollo de la web podría generar. Según él, los proveedores, diseñadores y programadores web producen lo que ellos creen que es más responsivo a las demandas de los clientes, pero no piensan qué es lo que necesitamos como seres humanos y cómo puede Internet adaptarse para mejorar nuestro bienestar y responder nuestras necesidades. En su mayoría creen que la función más importante de la net es producir información, pero deberían preocuparse por construir sitios efectivos y amigables.

El autor israelí plantea que el tipo de personalidad de un individuo afecta el modo en que el mismo se comporta en la web. Él observó por ejemplo un comportamiento extrovertido en individuos normalmente introvertidos al enviar mensajes en Internet:

Este comportamiento online inusual de los introvertidos concuerda con las enseñanzas de Jung. Como los seres humanos están hechos de características opuestas, una persona extrovertida va a ser también un introvertido inexpresado, con la introversión yaciendo en el inconsciente. Lo opuesto es verdad para el introvertido. El bienestar es el resultado de una exitosa creación de balance entre estas dos fuerzas opuestas. El Internet puede ser capaz de asistir en la construcción de un equilibro así, permitiendo a los individuos expresar partes no desarrolladas de sus personalidades.

Por otro lado, personas que son conformistas tienen más probabilidad de preferir un sitio web con componentes constantes y estresarse si el mismo es actualizado frecuentemente, mientras que personas que son innovadoras serían estimuladas con un sitio que cambie seguido y se aburrirían si el mismo no cambia.

Estas investigaciones demostrarían que el tipo de personalidad determina la forma en que actuamos en Internet y que la mirada del psicólogo y su conocimiento de los distintos tipos de personalidad en el armado de la web podría aumentar el bienestar al navegar. De la misma forma, analizar la personalidad de aquellos que pudiendo acceder a Internet eligen no hacerlo podría brindar conocimientos que permitan hacer de Internet un lugar más ameno para ellos. Este autor propone un futuro donde los sitios web testeen la personalidad del usuario para brindarle un sitio adecuado a ella, para aumentar el bienestar durante la navegación.

En su charla TED del 2013, la científica informática Jennifer Golbeck habla de un “yo virtual” que Facebook nos permitió crear, y a cambio respondemos otorgándole a la red social cantidades gigantescas de información personal. De ahí surgen datos de comportamiento, demográficos, preferencias, de millones de personas, con los cuales se pueden construir modelos para predecir atributos ocultos, con técnicas que el usuario desconoce y, aunque las conociera, no tendría control sobre ellas.

Golbeck relata la anécdota publicada por Forbes de una chica de 15 años que recibió un folleto para embarazadas de la compañía Target dos semanas antes de anunciar a sus padres su embarazo, justamente basándose en patrones de comportamiento que Target basados en el historial de compras de la persona, como el “puntaje de embarazo”. De la misma manera, todos los medios sociales buscan pequeños patrones de comportamiento que, al detectarlos entre millones de personas, permiten encontrar preferencias políticas, puntaje de personalidad, género, orientación sexual, religión, edad, inteligencia, además de cosas como cuánto confían en las personas que conocen y cuán fuertes son esas relaciones.

Para Golbeck el problema radica en la invasión a la privacidad. Uno mismo debería poder elegir o al menos saber más sobre la entrega constante de datos que ofrecemos a las empresas y que utilizan para luego dirigir la web según nuestros gustos e intereses, sin preguntarnos ni avisarnos sobre eso. Su propuesta es devolverle el poder al usuario y propone una web donde nos preguntarían antes de tomar esos datos sin permiso o donde nuestros movimientos podrían ser invisibles para todos salvo aquellos que uno mismo elija.

Estas dos propuestas de Amichai-Hamburger y Golbeck, más el llamado general de Turkle a controlar el uso de la tecnología, delimitando espacios sagrados, enfrentándonos a las conversaciones frente a frente a pesar de los miedos, son unas primeras aproximaciones a las posibilidades de un uso de las tecnologías enfocado a la salud mental, al respeto de la privacidad, de la libertad de elección. Mientras que Turkle propone un control externo, basado en nuestro comportamiento ante las tecnologías, las otras propuestas se enfocan en cambios en las tecnologías para mejorar la experiencia y el bienestar de los individuos al navegar.

El psicólogo no sólo no se involucró en el desarrollo de las tecnologías si no que tampoco se utilizan todavía en la práctica. Los big data abren un mundo infinito de posibilidades para la investigación, donde el psicólogo debería ser el profesional elegido para pulir la información y transformarla en conocimiento. Además de realizar investigaciones sobre trastornos, personalidad, procesos cognitivos, conductas y otros, que pueden medirse a través de los big data y de algoritmos, encuestas y test online, el psicólogo puede realizar tareas de prevención, de psicoeducación y miles de opciones que se abren en el abanico de posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, que están esperando que las utilicemos para hacer crecer nuestra ciencia.

Comentarios finales

En un período muy corto de tiempo, las tecnologías se convirtieron en parte integrante del ser humano y de las sociedades, produciendo cambios en nuestra forma de actuar y de pensar. Como psicólogos, debemos sentirnos interpelados a estudiar estos nuevos fenómenos, enfocándonos en lograr una armonía en su uso y en la posibilidad de un desarrollo tecnológico pensado para el bienestar humano.

Otros estudios deberán profundizar en evaluar la validez de las distintas posibilidades propuestas con el fin de mejorar el bienestar humano en el uso de las TICs y llevarlas a la práctica, poniéndolas a prueba empíricamente. 

Hemos visto que lo que está en juego es la información y el bienestar humano y llegó la hora de que la Psicología participe. Para que el juego sea sano, produzca bienestar y satisfacción, para que todos tengan las mismas reglas y todas las partes se respeten. Pero también para que la Psicología utilice las tecnologías para crecer como ciencia y entrar de verdad en el siglo XXI.

Bibliografía

Amichai-Hamburger, Y. (2007). Personality, individual differences and Internet use. The Oxford handbook of Internet psychology, 187-204.

Castells, M. (1998) La era de la Información. Vol. 1. La sociedad red. Introducción y cap. 1 y 5 Ed. Alianza.

Barrica Cano (2014). De la infoxicación a la desinformación: causas y consecuencias del frenético always on. Recuperado de https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/33059/Libro_de_actas_Infoxicacion_navegable16.pdf

Beck, A. y Sacco, W. (1995). Teoría y Terapia Cognitiva. En Beckham, E.E. Y Leber, W. R. Handbook of Depression. Second Edition. 329:351. New York. Guilford. Traducción de Leonora Lievendag.

Dans, E. (2011). Big data: una pequeña introducción. Recuperado de http://www.enriquedans. Com/2011/10/

Golbeck, Jennifer (2013). The curly fry conundrum: Why social media “likes” say more than you might think. De http://www.ted.com

Ilvic, Ivan (1999) Lev Semionovich Vygotsky. Perspectivas: revista trimestral de educación comparada (París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIV, nos 3-4, 1994, págs. 773-799. ©UNESO: Oficina Internacional de Educación.

Lipovetsky, Gilles y Charles, Sébastien (2006): Los tiempos hipermodernos. Ed. Anagrama. Barcelona.

Los argentinos son los que más tiempo se conectan a Internet a través de sus teléfonos celulares. (23 de octubre del 2015). El Cronista. Recuperado de http://www.cronista.com/negocios

Kahneman, D. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Debate.

Mitra, S. (2011) Un hueco en la pared. Cap. 7 “Aprendizajes mínimamente Invasivos”. Traducción al español de Fedun.

Pariser, Eli (2011). Cuidado con la “burbuja de filtros” en la red. De http://www.ted.com

Schmidt, Eric (2010). Google CEO Schmidt: “People Aren't Ready for the Technology Revolution. Recuperado de http://readwrite.com/2010/08/04/google_ceo_schmidt_people_arent_ready_for_the_tech/

Sparrow, Liu y Wegner  (2011). Los efectos de Google sobre la memoria: consecuencias cognitivas de tener información al alcance de la mano. Science Magazine, Vol. 333, Nº 776, 8

Turkle, S. (2012). ¿Conectados pero solos?. De http://www.ted.com


[1] Según el sitio Internet World Stats: http://www.internetworldstats.com/stats15.htm#south

[2] Según Investopedia. Recuperado de: http://www.investopedia.com/news/facebook-and-google-own-80-top-10-smartphone-apps-fb-goog/?ad=dirN&qo=investopediaSiteSearch&qsrc=0&o=40186

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